Si pudiésemos apreciar simultáneamente todos los movimientos que se producen en el terreno de juego en un partido de baloncesto o de fútbol, seguramente veríamos una compleja amalgama de líneas, trayectorias y movimientos de los diferentes jugadores y del balón. Un universo de líneas, parábolas, quizás relacionables en el entramado de las jugadas a las que pertenecieron dichos movimientos. Por que en el deporte, como en la danza, se inaugura siempre un tiempo nuevo, que acontece en el estrecho marco de una pista de juego y unos cuantos minutos. Son los movimientos, las líneas, las trayectorias, las que señalan el nacimiento de este tiempo nuevo que una vez finalizado queda empaquetado y almacenado en el recuerdo de los que lo vivieron. En la vida de una pista de deportes se suceden infinidad de tiempos distintos unos de otros, aunque hechos con los mismos ingredientes, que si se pudiesen extraer de donde están (la memoria de la gente o lo más profundo del olvido) y superponerlos y verlos juntos nos darían idea de la enorme variedad, la continua novedad que el hombre es capaz de conseguir, sin proponérselo en la práctica de un deporte, como en casi cualquier actividad.
El polideportivo es el lugar donde se dan, donde ocurren, todos estos tiempos, ¿cómo debe ser el escenario que los acoja? Proponemos un espacio lo más atemporal posible.
Esto es posible gracias a la luz. Ésta entra en el espacio desde todos los lados a la vez, una luz continua, difusa, que rezuma de todos los paramentos, igual a sí misma desde cualquier punto, blanquísima. Da igual si es invierno o verano, si hace sol o está nublado, si es por la mañana o por la tarde en todas las salas del edificio, hacia cualquier lado que se mire se verá entrar la misma luz. En una luz así también es posible encontrar matices: la luz será más clara allí donde deba atravesar menos materia y más oscura o agrisada donde deba atravesar más materia, como en el interior hueco de un pedazo de hielo o como en las esculturas de alabastro de Eduardo Chillida. De este modo los límites del espacio se difuminan, allí donde prácticamente se convierten en luz, en las esquinas, en los estrechamientos.
También es posible gracias a la abstracción geométrica, la utilización de un lenguaje volumétrico claro y contundente de operaciones precisas en cuerpos que hablan únicamente de su geometría y de su respuesta frente a la luz. De este modo, el edificio queda fuera del tiempo circundante como escenario mudo en el que poder apreciar todo lo que en él acontece.
Esto se consigue por el uso en todo él de una única solución constructiva. Tanto las fachadas como las cubiertas se componen de dos capas de policarbonato que dejan una cámara de aire entre ellas, y una capa interior de chapa de aluminio perforado. Los dos paneles de policarbonato proporcionan la estanqueidad y aislamiento térmico y acústico necesarios, dejando dentro de la cámara de aire las posibles instalaciones y la estructura completamente pintadas de blanco. La chapa de aluminio perforada proporciona un acabado, un filtro homogeneizador de la luz a la vez que una protección del policarbonato frente a los golpes u otras agresiones. La cámara de aire puede presentar la posibilidad de ventilarse en los meses de mayor aporte energético, o de mantenerse estanca en los meses de invierno con lo que sería posible la captación de una cantidad de radiación solar considerable. Visualmente estos paramentos aparecen como una masa translúcida en todo su grosor. En la parte exterior el encuentro con el terreno se produce mediante unos muretes de hormigón blanco totalmente enrasados con los paramentos de policarbonato. Los pavimentos serán también de hormigón blanco pulido.
En las tardes de invierno el edificio se iluminará y se convertirá en un gran farol de referencia en todo el campus, bañando de una luz tenue sus alrededores.
En el funcionamiento del edificio ha sido importante considerar los dos tipos de uso que en él se dan: el deportivo y el docente. El acceso es único para ambos y se produce a través de una hendidura en la masa de policarbonato. Una vez dentro, todo el edificio se escalona de acuerdo con el desnivel del terreno, dando a cada sala la altura adecuada. La zona docente se encuentra en el nivel de acceso, lo que permite de un modo sencillo un uso diferenciado. Los recorridos, concebidos como excavaciones en el bloque general de policarbonato van salvando los desniveles mediante rampas dejando a un lado y a otro las masas translúcidas que albergan los diferentes usos. En el nivel más bajo se encuentra la zona de pistas y los vestuarios, situados éstos bajo las gradas y ventilando directamente a un patio-hendidura practicado en el edificio. Es posible efectuar una doble circulación de las denominadas «pies limpios» que lleve de los vestuarios a los gimnasios sin pasar por el acceso de la calle a los vestuarios.
Consideramos que la concepción general del edificio conlleva un interés energético. Esto es debido al gran aprovechamiento que se hace de la radiación solar, en forma de luz y en forma de calor, siendo siempre posible controlar este último aporte cuando no sea tan necesario, que implica un ahorro notable. Se prevé la instalación en la cubierta de los locales técnicos de paneles solares que proporcionen un apoyo sensible en la producción de agua caliente sanitaria y calefacción.
Junto con Prudenci Español Pons
2001