Escuela infantil en Hospital de Órbigo.

El edificio que planteamos es un cajón de chapa formado por una trama de vigas y pilares laminares que lo cruzan transversalmente dando lugar a un espacio interior pergolado. En el interior del cajón se disponen aulas, circulaciones, patios y zona de profesores quedando todos ellos bañados por una luz blanca en forma de finas láminas que se van moviendo a lo largo del día al compás del movimiento del sol. Las caras de éstas láminas que están orientadas a levante son blancas y las orientadas a poniente son de color azul profundo, aunque podrían ser de varios colores. De modo que el edificio es capaz de cambiar de color dependiendo de la perspectiva desde la que se observe, y el momento del día pasando del blanco absoluto al azul profundo. De este modo el edificio es tratado como un puro objeto. Una caja mágica o un juguete. Este juguete está depositado en su emplazamiento como una algo autónomo colocada en un entorno sin definir. Ajena a todo lo que tiene alrededor.

Creemos que esta caja mágica colocada en su solar es adecuada para albergar un centro de educación infantil porque presenta con medios muy sencillos un espacio alegre, sereno y en nuestra opinión impresionante. Un centro de educación infantil no debe ser un edificio banal. Debe ser un espacio que los niños puedan recordar como algo especial a lo largo de toda su vida. Debe ser su primera toma de contacto con la arquitectura, que les ayudará a formar quizá ya, quizá más adelante, una mirada abierta, lo más completa posible, de las cosas. Consideramos innegable el papel didáctico que ejerce la arquitectura en un edificio como éste. Los niños son extraordinariamente capaces de apreciar lo especial y de soñar casi continuamente. Ven la realidad de un modo que no es para nada irreal aunque frecuentemente sea inaccesible para los adultos. Confiamos que este juguete que proponemos sea una hermosa caja de sueños.

2001