La casa de las esculturas. La Congiunta. Peter Märkli.

Escuché alguna vez a alguien hablar de Peter Märkli e indagué sobre él. Me encontré con este edificio que me impresionó por su ausencia de parafernalia, algo que siempre me resulta atrayente.

Cada espacio está completamente definido y separado de su contiguo. La construcción es transparente. Muros de hormigón dentro y fuera. Cubierta metálica y un sencillo lucernario longitudinal. El fuera se intuye desde el dentro y el dentro desde el fuera. Cercano a una obra de ingeniería civil en su materialización. La entrada es casi angosta. Pasar de una sala a otra requiere la atención de salvar un escalón ¿Por qué esta austeridad para un museo? Quizá porque, en cierta medida, este museo no es museo, no es el lugar para la gente que va a ver las obras. No está hecho para la gente. Está hecho para las obras. Allí viven las obras. Es su mundo. Es un edificio para unas esculturas. El que va a verlas está obligado a peregrinar e iniciarse. Entrar en el mundo, en el ambiente, en la casa de las esculturas. No es un escaparate. Las personas tendrán sus comodidades en sus casas. En la casa de las esculturas se entra con respeto, con unción, al ritmo que se marque, pura y simplemente para contemplarlas. Como quien entra en un templo de épocas remotas. Implica la imposición de un orden, de una liturgia. La entrada en la casa de un dios desconocido.

Publicado en Circuito de Arquitectura (revista electrónica trimestral), Primavera 2011, p. 66.

Disponible en:

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Créditos fotográficos

La Congiunta. Vista de conjunto. En http://artearquitecturaydiseno.blogspot.com/2011/10/por-que-la-arquitectura-sigue-siendo.html